En el mismo momento de nuestro nacimiento
empezamos a aprender de nuestros mayores. Lo primero que aprendemos es el
sentimiento del amor. Los días siguientes el aprendizaje se hace a una
velocidad vertiginosa, pero hay “algo” que no nos enseñan.
T cuento.
Siempre me ha parecido un lujo sentarme con
personas mucho más mayores que yo. Cuando digo mayores me refiero a las que
denominamos la tercera edad. He pasado mucho tiempo entre estas personas y
cuando digo que es un lujo es que lo es. He reído mucho con ellos, me acuerdo
de personas cercanas que me contaban historias de su infancia, adolescencia, de
sus vivencias que te hacen reflexionar profundamente. Sentados en unas sillas
bajas delante de un tronco y con una piedra plana les ayudabas a partir olivas
y a romper la cáscara de las almendras. Yo alucinaba viendo como apilaban en la
esquina de un almacén, los melones de la cosecha, en forma de pirámide sin que
cayera ninguno, para conservarlos mas allá de la temporada, sin necesidad de
cámaras frigoríficas, todo de forma natural.
Y yo le preguntaba:
-
¿esto va a aguantar?
-
pues si hija, eso aguanta,
me como un melón al día.
-
¿ cuando coges uno de la
pila, los otros no se caen?
-
No, ya lo verás.
-
¿ y como sabes cual está
bueno para comer hoy ?
-
por el color, el olor, el
sonido al golpearlo y la experiencia.
-
¿y si el que tienes
que comer está detrás?
-
pues como no lo veo, no pasa nada - y se reía.
La explicación me la dio después de reírse
mucho y es que los que colocaba detrás eran los que tenían que madurar.
Saqué en conclusión que la vida era igual que
la pirámide de los melones, lo que no puedes hacer hoy es porque no tienes la
madurez y hay que esperar el mañana.
Hubo un tiempo que regentaba una tienda de
lencería y mercería. Pasaron por mi
tienda muchas personas de edad muy avanzada. Sus labores daban gloria de ver, y
mientras elegían tal o cual hilo para coser o hacer punto de cruz charlábamos
de todo. No siempre hablaban de sus
dolores, como dicen algunos, también nos reíamos y de vez en cuando si que es
verdad que se les empañaban los ojos de lágrimas. Pero sus vivencias, que sean
buenas o malas, sabiendo escuchar aprendes mucho de la vida.
¡¡¡Y cómo no voy a recordar a mis padres!!! Con
los días que pasaba escuchando tantas y tantas anécdotas que me contaban y que
me han servido para aprender a vivir luchando en momentos difíciles o
simplemente disfrutar de la vida con fe. Aprendí mucho de los dos y les doy las
gracias.
Pero nadie te enseña “algo”.
Es tremendo cuanto te haces mayor ( DE LA
TERCERA EDAD) y descubres que nadie te ha enseñado ese algo que cada día que
pasa te deja más y más pensativa porque ya no sabes como actuar o hablar. Os
doy un ejemplo,¿ que habéis pensado de las personas mayores cuando las veis
reírse a carcajadas o cuando veis que se van a bailar? ¿ que habéis
pensado, cuando los veis coger un autobús para pasar el día fuera?
¿o cuando se ponen en bikini y pasean sus cuerpos serranos en la playa e
incluso se quitan la parte de arriba? Reaccionáis delante de
los demás diciendo " ¡¡Qué bien se lo pasan !!". Pero no
seamos hipócritas cuando os creéis que no os escuchamos,
oímos " están como una chota " y si no, vuestra cara lo
dice todo. Hasta nuestros hijos lo piensan.
Y esto es lo que no nos han enseñado, que una
persona ( DE LA TERCERA EDAD) TIENEN UN CUERPO VIEJO ATRAPADA EN UNA MENTE
JOVEN.
Es triste descubrir que la juventud
se ríe de nosotros, cuando en nuestro interior seguimos sintiéndonos
igual de jóvenes.
¿qué os pasa ?
Poco a poco estoy aprendiendo a vivir
sin importarme lo que digan de esa persona mayor que soy. ¡¡Poco a
poco me va dando igual!!
¡¡Pero ya podían habernos avisado nuestros
mayores !!
ME HA GUSTADO MUCHISIMO SIGUE POR ESE CAMINO QUE LOS QUE SOMOS DE ESA EDAD NOS AGRADA MUCHO Y NOS HACE RECORAR.
ResponderEliminarAdelante ANI.
gracias HURI
EliminarAnnie me gusta mucho tu escrito, pues es verdad lo que dices el final no no lo enseñan. Un saludo
ResponderEliminarUN BESO FUERTE MARGA.
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